
El doctor le explicó al niño la situación de su hermana y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre por ella. Daniel lo dudó solo un segundo y después respondió "Si, lo haré si eso salva a Liz".
Mientras se realizaba la transfusión, Daniel estaba acostado en una camilla junto a su hermana y sonreía mientras observaba como ella recobraba el color de sus mejillas. Después de un momento el niño se tornó pálido y dejó de sonreír. Entonces miró al doctor con lagrimas en los ojos y tenía la voz temblorosa cuando le preguntó: ¿A qué hora empezaré a morirme?
Siendo solo un niño no había comprendido las indicaciones del doctor. Daniel pensaba que le daría toda la sangre a su hermana y después moriría. Aún así aceptó hacerlo.
Para Recordar...
Cada acción que emprendamos por el bien de los demás, debe ser hecha con desinterés y con amor genuino. No hay amor más grande que quien elige dar su vida por los demás.
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